jueves, 8 de abril de 2010

'DiGestión' deportiva

El respeto es una palabra clave para deambular por nuestra existencia. Sin embargo, muchas veces se olvida esa máxima. Es, sin lugar a dudas, un problema de formación. La relación gestores deportivos-periodistas se suele cimentar en bases tan poco sólidas como la filtración de informaciones o las cervezas que se hayan tomado en una barra entre ambas partes.

Convendrán conmigo en que la estima que le tiene un gestor deportivo a un periodista es recíproca y directamente proporcional que a la inversa. O sea, no se pueden ver pero tienen que soportarse. Habitualmente, los informadores evaluamos la categoría del dirigente con una vara de medir sin intangibles: cuantas más cosas me sople, mejor. Es lógico, también, que el gestor se incline por el informador que trabaje en el medio más importante. No es lo mismo que te llamen de ‘El País’ a que lo hagan de la televisión local del pueblo de al lado.

Cuando coinciden un buen gestor deportivo y un periodista serio se suele producir una comunión que es la que podríamos denominar ‘DiGestión’. Ambos hacen su trabajo, se respetan y entienden dónde están los límites. Es la relación ideal: beneficiosa para el club, buena para el medio y extraordinaria para estrechar las relaciones profesionales entre ambas partes.

Hace ya varios lustros, por esas diferencias que siempre surgen, el máximo responsable del Caja de Ronda de baloncesto, Francisco Moreno (q.e.p.d.), decidió retirarme el saludo por no sé qué comentarios que hice en mi medio. En aquella época contaba con un colaborador de lujo que llevaba sólo unos meses en el cargo. Era su hombre de absoluta confianza y, al mismo tiempo, se convirtió durante la riña en mi nueva fuente de información.

Profeso gran admiración por la labor de aquel gerente, del que prefiero omitir el nombre, porque me demostró lo que era la profesionalidad: ayudándome en mi tarea beneficiaba al club porque yo representaba a un medio importante… y eso era realmente lo valioso. Además, depositó una enorme confianza en mí, ya que se fió de mi absoluta discreción.

Con el tiempo, mi relación con Francisco Moreno se reanudó, el club salió ganando y el gerente cumplió perfectamente su labor en pro de la entidad que le pagaba, ya que en ningún momento lo hizo con ánimo alguno de traicionar al jefe; ni mucho menos. Primaron, como se suele decir, los ‘intereses generales’.

Fue una ‘DiGestión’ perfecta. Sin necesidad de Almax.

• Artículo publicado en la web de la Asociación de Gestores del Deporte Profesional

No hay comentarios:

Publicar un comentario