jueves, 4 de junio de 2009

Confesión

El silencio era sepulcral. Tenía que romperlo unas palabras inconfesables. Después de varias frases inanes, llegó la afirmación esperada:
–Sí, fui yo.
–¿Cómo?
–Rocié pasto seco alrededor de la casa para que sirviera de conducción desde el pajar. Prendí fuego en distintos puntos y salí raudo hacia el pueblo. Nadie me podía ver, la madrugada era negra como el abismo. Volví la mirada cuando recorrí un par de kilómetros muy a prisa: sólo se apreciaba una bola de llamas.
–Un matrimonio con seis hijos pequeños murieron, ¿por qué lo hiciste?
–Eran felices.
–¡Tú eres un hijo de perra!
–¿Cómo puede decir eso?
–¡Porque lo siento!
Chirriaron las viejas bisagras de una pequeña puerta de madera. El interrogador sacó una navaja del bolsillo y la clavó con enérgica certeza en el corazón del criminal que, aún arrodillado, se giró con mohín fatídico.
Aquel párroco jamás rompería un secreto de confesión.

2 comentarios:

  1. Sencillamente, magistral.
    Es un lindo pasaje de la novela negra.
    Paco, anímate y haz un libro. Otros con menos méritos que tú lo han hecho.
    Un saludo del Guerrero del Antifaz.

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  2. Gracias Paco por este post.

    Estoy de acuero con el anterior. Un libro Paco un LIBRO!!!

    Encantadora idea.

    Una broma, no tan broma:

    NECESITO POLOS DE BASKETCONFIDENCIAL, jajjaj.

    Un fuerta abrazo.

    Gonzalo A Gómez

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