Eva es médico cooperante en Eritrea. Le cautivó la alegría infinita de unos negritos de ojos gigantes y vivaces; sus risas y carantoñas desprendidas. Es curandera por falta de medios; le embadurna la miseria, pero se siente conforme. Lee una carta de la ‘civilización’: escriben de paro, inquietud, crisis… Mira de soslayo cómo una docena de críos corretean; felices, descalzos y sudorosos dan patadas a una pelota de trapo. Acaban de comer un cuenco de arroz y no les queda más… Eva tira la carta y dibuja una irónica sonrisa al cielo.
...Y la mueve la cabeza varias veces hacia los lados, pausada y repetidamente. A ella la crisis no le afectará. Ni a los chiquillos.
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