“‘Eza’ me la ‘pazo’ yo por la ‘piedra’ cuando me ‘zarga’ ‘der’ nabo”. Risas sin discreción a una orilla del Mediterráneo. El ‘Chocho’, el ‘Negro’ y el ‘Mula’ se empiezan a preparar el enésimo canuto de la tarde. No pasan de los 18 años. Un rato antes ya han disfrutado de unos favores sexuales; después, les dieron unos euros a las niñas para que se compraran un helado y se marcharan. Querían estar solos, hablando de sus cosas: de qué color ‘tunearían’ los coches amarillos, dónde se iban a aplicar otro tatuaje y a qué gimnasio irían. Los tres son albañiles. Tienen dinero fácil que gastan sin mesura.
Moustapha, coetáneo pero de la otra orilla mediterránea, tiembla de frío; el terror le saca los ojos de las órbitas. El cayuco zozobra con más de cien mauritanos hacinados. ¿Se puede tatuar el clamor por la justicia? ¿Tú lo sabes, ‘Chocho’?
lunes, 8 de junio de 2009
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